lunes, 30 de junio de 2008

Crónica de una muerte angustiada


El día que lo iban a matar, Santiago de Nueva Extremadura amaneció como cualquier otro día. Sin sospechar que vendrían tiempos de sistemas de transporte colapsados, de contaminación galopante y esquiva, de delincuencia desbordada y de áreas verdes pavimentadas en nombre del progreso.

Atrás habían quedado los sueños de bosques de alamedas y de plátanos orientales, los viñedos y las chacras, y sólo permanecieron las cagadas de las palomas. Tantas y grandes, ni los pericotes pudieron con ellas.

Santiago siempre soñaba con árboles, me dijo el Mapocho enmierdecido y atestado de gaviotas tan lejos del mar. Ya ni el sol de primavera vino a morir un día, me vinieron a avisar.

Los fríos de la otoñada no dejaron cicatrizar las heridas del alma, y las nieves que antes adornaban los cerros y el cielo ahora colmaron las calles de frías gentes que lo sintieron por dentro.

La Virgen del cerro lloró esa mañana.

Un día como cualquier otro, todos se miraron y dijeron: Santiago, ahora sí eres el nuevo extremo.

miércoles, 28 de mayo de 2008

¿Copy&Paste te promete un futuro esplendor?


¿Pero no es acaso el mar el que según nuestro himno nacional nos promete un futuro esplendor?

Los que somos padres en la era de la información sabemos que, al igual que como hacemos los adultos para apoyar nuestro trabajo diario, nuestros hijos cuentan con la ubicuidad de la red para encontrar prácticamente cualquier cosa que les pidan en el colegio.

Esto les resulta muy útil, ciertamente, para trabajos en los cuales necesiten encontrar referencias y material de consulta. Pero cuando "el entregable" de la tarea se limita a hacer un mero Copy&Paste no hay aprendizaje ni aporte de valor.

(Aunque mediante esta técnica nuestros hijos quizás se estén asegurando una esplendorosa carrera política como senador de la república.)

Mi querido profesor y amigo Ricardo Baeza-Yates citaba frecuentemente este aforismo: Veo y olvido, leo y entiendo, hago y aprendo.

En este contexto, una tarea consistente en escribir 5 planas acerca de Antonio Vivaldi no es entonces copiar o resumir lo encontrado en la red, sino, por ejemplo:
  1. Leer una reseña de la vida de Vivaldi.
  2. Leer acerca del período histórico en que le tocó vivir y crear su obra.
  3. Escuchar Las 4 Estaciones.
Y sólo entonces apagar el PC y escribir respondiendo el qué, cómo, cuándo, dónde y por qué de Antonio Vivaldi; y terminar con un comentario del niño acerca de qué se imaginó con la música de cada una de las estaciones.

Y esas 5 planas ya no serán planas en la memoria de ese niño, sino superficies curvas con la profundidad de haber hecho algo más que simplemente lo que se pedía. Hizo suya una vivencia, y aprendió.

miércoles, 9 de abril de 2008

¿Virtudes sobrevaluadas?


Recientemente, en un programa radial de esos de la hora del taco, escuché a Fernando Paulsen señalar que en su opinión hay dos virtudes que están ampliamente sobrevaluadas: la sinceridad y la consecuencia.

Decía él que la sinceridad era muchas veces más un defecto grave que una virtud deseable. Y definió sinceridad como la equivalencia entre el pensamiento y el habla (o sea, decir todo lo que se piensa). Obviamente, si se entiende la sinceridad de esa forma, puedo estar de acuerdo en que no es una virtud. Hablar todo lo que uno piensa es muchas veces un desatino, pero no necesariamente una muestra de sinceridad.

Sinceridad, en mi opinión, es simplemente la habilidad para expresarse derechamente. Es decir, que lo que digamos sea veraz, auténtico, que esté correlacionado con lo que creemos. En buen chileno, no andar con dobleces.

También decía él que la consecuencia, entendida como nunca cambiar de opinión y mantenerse irrestrictamente apegado a las creencias propias, no podía ser considerado una virtud. Puedo concordar también con él. Los hombres no somos ríos y tenemos vuelta atrás. Pero tampoco creo que consecuencia sea un adecuado término para ello. Pertinacia sería tal vez una mejor palabra.

Consecuencia, en mi opinión, es simplemente la concordancia entre la conducta que mostramos y los principios que nos guían. En buen chileno, no andar predicando con el marrueco abierto.

Sinceridad en el decir y consecuencia en el actuar. Dos virtudes que creo no están sobrevaluadas en absoluto, sino por el contrario, tan subvaluadas que escasamente se las puede ver en el clima nacional.