martes, 12 de abril de 2011

La Luna era mi Tierra

Lunar libration with phase2

Siempre me atrajo la Luna. Solía salir en noche de Luna llena a mirarla con mis prismáticos, y más tarde con mi telescopio. Algún influjo misterioso me producía, tanto que mi abuela solía decir, cuando me veía distraído de mis deberes escolares, "ya está en la Luna este niñito". Más tarde mis compañeros de colegio me apodaron incluso "Selenita", aunque más bien como una alusión a que mi apellido me otorgaría, supuestamente, origen y características extraterrestres.

De niño tenía también un libro que se llamaba "Los cómo y por qué de la Conquista de la Luna" y lo consultaba frecuentemente aun luego de haberlo leído varias veces. No tengo recuerdos muy nítidos, sin embargo, del día en que el hombre puso pie en la Luna. Creo recordar que "estaba pasando algo de importancia", pero no me veo a mí mismo frente a la transmisión televisiva que todo el planeta estaba viendo.

Vi, por supuesto, múltiples veces los vídeos disponibles gracias a Internet; y hace algún tiempo me encontré un artículo muy interesante que explica, aplicando la teoría de la relatividad, por qué Armstrong titubeó en el momento cúlmine del alunizaje. Es algo que siempre me había llamado la atención, pero lo atribuí siempre al nerviosismo del momento.

La explicación en realidad es muy simple: debido a la distancia Tierra-Luna, la luz (y por ende toda transmisión electromagnética) tarda 1¼ segundos en llegar de un lado a otro. Por lo tanto, lo que se escuchó aquí en la Tierra, y que hemos visto repetido múltiples veces, ¡es diferente de lo que se escuchó en la Luna!

El autor de este artículo (John Walker) se dio el trabajo de convertir el audio de la grabación a cómo fue que se escuchaba dentro del Águila en el propio momento del alunizaje, y esa grabación "en la Luna" muestra que efectivamente Armstrong titubeó porque se vio interrumpido por un mensaje del operador en la Tierra, y no por mero nerviosismo.

Es interesante oír la diferencia. Este es el audio de cómo se escuchó en la Tierra. Y este es el audio de cómo se escuchó en la Luna. Parafraseando al autor:

"Considera que, aparte de quienes han hecho click es este link anteriormente, sólo Armstrong, Aldrin y tú han podido escuchar cómo realmente sucedió".

viernes, 11 de marzo de 2011

Un Azafato Peculiar


Volar ya no es como solía ser. Las azafatas ya no son todas hembras, jóvenes y regias, sino mayores y más "experimentadas". También han proliferado los azafatos. En el vuelo de regreso de unas vacaciones tripulaban justamente la cabina dos de estos especímenes. Uno gringo y el otro latino. El latino era el único tripulante que hablaba español así es que además de las labores propias de su cargo se dedicaba a traducir los mensajes que el capitán daba por el altavoz en inglés. Sin embargo, no sólo se limitaba a traducirlos sino que aderezaba los mismos con particular agudeza. Por ejemplo:

El capitán ha encendido la señal de no fumar. Se les recuerda que en este vuelo está prohibido fumar tanto en la cabina como en los baños. Las personas que sean sorprendidas fumando deberán continuar el resto del vuelo sentados en el ala del avión.

Por favor guarde su equipaje de mano en las bandejas superiores o bien en el espacio que está debajo del asiento de adelante. El equipaje que sea encontrado en los pasillos será confiscado y rematado a través de Mercado Libre.

El azafato amenizó todo el viaje con este tipo de comentarios. Cuando ya estábamos iniciando la aproximación continuó con otras singulares frases:

El capitán ha anunciado que hemos iniciado el descenso a la ciudad de Santiago. Las personas que se encuentran en el ala ya pueden regresar a sus asientos.

Por favor no olviden llevar todos sus objetos personales tales como bolsos, chaquetas... y niños. Si piensa dejar algo en el avión, por favor asegúrese de que sea algo que a la tripulación... le agrade.

Al pasajero que extravió un Rolex al subir al avión le tenemos una excelente noticia: la hora exacta en Santiago son las 7:51.

Más o menos la mitad de los pasajeros eran chilenos, y todos se reían con estas salidas. Los gringos no cachaban nada. Un gringo que iba a mi lado y que me lateó todo el viaje me pidió que le tradujera algunas de las frases. No les halló gracia alguna, pero me dijo que "al parecer los chilenos tienen mucho sentido del humor".

Las azafatas experimentadas y el otro azafato tampoco cachaban. Finalmente el peculiar azafato remató con este broche de oro:

Agradecemos que haya volado con nosotros y ojalá haya disfrutado de nuestro sentido del humor. Si a Ud. le gustaron mis comentarios, mi nombre es Héctor. Si no lo gustaron, mi nombre es John.

Memorable.