viernes, 3 de julio de 2009

Oye... ¿Y de dónde viene tu apellido?


Es la típica pregunta que le hacen a todo Seisdedos unos cuantos centenares de veces en la vida. “¿De verdad quieres saberlo?”, suele ser mi respuesta, con cierta entonación de complicidad. Normalmente me miran con sorpresa, y agregan “¿Por qué? ¿Es un secreto muy bien guardado?”

—¡Para nada! —respondo—. Es que hay una versión corta y una versión larga. ¿Quieres la corta o la larga?

—Primero la corta.

—Ah, no poh viejito. Si pides la corta te quedas con la corta. No vale después ir por la larga.

—Okey, entonces ¡dame la larga, pues!

Y el 90% de los que preguntan prefiere la larga. Así que para facilitar la respuesta a todos los Seisdedos que de vez en cuando somos inquiridos sobre el particular, pues aquí va...

La larga

La Reina Isabel de Castilla y León, más conocida como Isabel la Católica, no empeñó las joyas de la corona a espaldas de Fernando de Aragón y Castilla, como cuenta la leyenda. No hizo nada de eso y Colón se las tuvo que arreglar de otra forma. Sin embargo, sí llevó adelante una interesante iniciativa para la normalización de las denominaciones y el mantenimiento de la tradición familiar de la clase media española.

A fines del siglo XV, saliendo de la Baja Edad Media, los apellidos patronímicos (los derivados del nombre) eran los más comunes en casi todas las culturas. En la lengua castellana se usaba la terminación ez para señalar “hijo de”, por ejemplo González es “hijo de Gonzalo”.

El Cid Campeador se llamaba Rodrigo Díaz, hijo de Diego Laínez, quien a su vez era hijo de Laín Núñez, etc.

Para el mismo objetivo en las culturas sajonas y nórdicas se usaba el sufijo son (Johnson), en las rusas el ov (Gorbachov) y el evich (Nicolaievich), en las eslavas el (Jozić); y en otras los prefijos como Mc (McDonalds) y O' (O'Brien) en escoceses e irlandeses, o bin de los árabes (bin Laden) y Ben de los judíos (Bendavid). En Portugal se usaba el sufijo es (Ramires).

Este enfoque era muy entretenido pero... se heredaban los nombres, no los apellidos. Así que Isabel la Católica decidió poner un poco de orden en el asunto, y a cada familia le dio la oportunidad de elegir qué apellido quería transmitir a sus nuevas generaciones.

Y así, cada familia eligió. Algunos gustaron de su nombre patronímico de entonces, típicamente asociado a una cierta posición social que se deseaba salvaguardar. De allí viene aquello de “que no se pierda el apellido”, como en “Yo soy de los Fernández, pero los de Curicó, poshóm”. Así como para decir “yo no soy un aparecido, tengo mi pedigrí, pueh”.

Otros prefirieron más bien una denominación toponímica (del lugar en que vivían) como por ejemplo: Santander, Madrid, Serrano, Zamorano, Aranda, Del Campo, De la Vega, etc.

Otros, más emprendedores, eligieron apoyar su negocio y optaron por el oficio que desempeñaban: Zapatero, Alcalde, Herrero, Labrador, Alférez, Sastre, Verdugo, etc.

Y hubo algunos, por último, que optaron por una característica física que los distinguía: Barriga, Cabezón, Calvo, Delgado, Moreno, Negrete, Rubio, etc.

Y en este último grupito estaban los de la familia con seis dedos, originarios de un pequeño pueblo de Castilla ubicado en la frontera con Portugal llamado Fermoselle (“La Hermosa”), en la comarca de Sayago de la provincia de Zamora, España. Y cuando digo pequeño no exagero. Su población actual es de 1.500 habitantes y tiene escasos 70 km2 de superficie.

Los de la familia con seis dedos no tenían ninguna alcurnia patronímica que perpetuar pues eran de extracción social más bien media. Basta ver el escudo de armas familiar, que es más simple que caldo de hospital.

Tampoco querían ser llamados “Zamorano”, como sus demás vecinos de la provincia; y no tenían algún oficio en el cual fuesen particularmente diestros o muy reconocidos (eran más bien buenos pa'ná y buenos pa'tóo).

Pero había algo por lo que eran inconfundibles: tenían seis dedos. Esta curiosidad se da normalmente en 1 de cada 500 nacidos vivos, y no se sabe a ciencia cierta por qué era más frecuente en los habitantes de esa zona.

Se dice, sin embargo, que la causa habría sido un granseñor y rajadiablos medieval de seis dedos, de origen italiano, iniciado en el arte de las armas, mercenario, y que era más malo que pegarle a la mamá. Este hombre habría pasado una temporada relativamente extensa en Fermoselle, quizás aplicando el lus primae noctis, y dejó vasta descendencia. Solía batirse a duelo por cuestiones de faldas y murió en su lid.

Pocos años más tarde, como casi todos en el pueblo eran de alguna forma parientes, el sexto dedo se comenzó a hacer común por el potenciamiento del gen que lo produce. Esto se conoce como el efecto fundador.

Los oriundos de Fermoselle son conocidos por su carácter aventurero originado en un gran espíritu de lucha y de superación. Existen registros de fermosellanos por el mundo desde el siglo XVI a la fecha. También es posible que como el pueblo es tan pequeño, los que nacen no caben y se vean obligados a irse.

Pero el hecho es que como buenos fermosellanos, los Seisdedos se diseminaron (e inseminaron, debo decir) por todo el mundo.

Por allí por comienzos del siglo XX llegaron a Chile dos ramas de la familia: los Seisdedos de las manos y los Seisdedos de los pies. Pero no lo hicieron juntos. La verdad es que no se podían ver, por un tema de antigua data. Los Seisdedos (de las manos) decían que los Seisdedos (de los pies) no debían llamarse propiamente así, puesto que las extremidades de los pies no se llaman dedos, sino ortejos. Se dice que habría incluso llegado sangre al río Tormes por este asunto.

Cuenta la tradición familiar que los dos lados de la disputa intentaron zanjar el caso ante la mismísima Reina Isabel la Católica, pero ésta mandó decir con un cortesano que no estaba para definir asuntos familiares, y menos de fenómenos de circo.

Diversos líderes de ambas ramas quisieron componer la cosa muchas veces mediante, como era usual en aquella época, arreglar matrimonios entrambas con la esperanza de que de ahí en adelante a nadie le importara dónde cresta estaba ubicado el sexto dedo.

Pero las palabras de la Reina acerca de ser fenómenos de circo habían calado hondo en las bases y ninguno de los dos bandos quería dar su dedo a torcer.

En lo personal, debo reconocer que siendo de los Seisdedos de los pies, me parece que Seisortejos tiene más glamour. De hecho, en el colegio siempre le aclaraba a mi profesor de inglés que no era sixfingers sino sixtoes, y al de francés que no era sixdoigts sino sixorteils.

Han pasado más de 100 años desde que los Seisdedos de manos y de pies llegaron a Chile. Tal vez ya sea hora de que terminemos con esta consuetudinaria diferencia.

Y esa es la respuesta larga.

—Pero esta historia tiene ribetes bastante fantásticos, ¿ah? ¿Estás seguro de que es cierta?

—Te ofrecí elegir entre la respuesta corta y la larga. Del realismo no acordamos nada.

La corta

—Bueno, ¿y la otra respuesta?

—¿Cuál?

—Dijiste que había una respuesta larga y una corta. Cuál es la respuesta corta a la pregunta “¿Y de dónde viene tu apellido?”

—¡Ah, pero muy simple! De las patas...



Trivia:

  • No hay un solo chiste acerca del apellido que algún Seisdedos no sepa y para el cual no se conozca una respuesta. (Entiende, w'on, no hay.)
  • De hecho, es muy probable que los mejores chistes los haya inventado un Seisdedos. Tenemos en general la característica de reírnos bastante, sobre todo de nosotros mismos.
  • El acrónimo onomatopéyico 6d2 es usado en la familia desde tiempos inmemoriales, y probablemente cada uno lo descubrió por sí solo a poco de aprender a escribir.
  • Es posible que George Lucas copiara mi propio r6d2 cuando creó a R2D2 y a C3PO. Y no pagó royalty.
  • Mis apodos favoritos han sido: Selenita, en el colegio; y Six en la universidad.
  • Los SEIS DEDOS del apellido se escriben SEISDEDOS, todos juntos, porque si no se caen.
  • No, yo no tengo seis dedos, pero tengo una sexta micro uña en uno de mis pies. Y mis hijos también.
  • Sí, he ganado apuestas porque no me creen mi apellido. Cédula en mano he almorzado gratis más de una vez, y alguna vez también me he robado un beso.
  • El userid que he tenido siempre en cualquier sistema computacional es r6d2, salvo en Google y en Yahoo, que no permiten un nick de menos de 6 caracteres.

6 comentarios:

  1. que buena historia!
    Saludos !

    Felix Seisdedos

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  2. Y cuando esa persona no pregunta por la rareza de nuestro apellido, no es motivo de extrañeza ni que sea un gran erudito, simplemente ya conoció a otro Seisdedos que le contó la historia...

    Lucía Seisdedos

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  3. No tengo el apellido Seisdedos, pero aun así me ha encantao'. Además lo cuentas de una forma muy cercana y la lectura se hace mucho más amena.
    Creo que llego tarde para comentar, pero no me he podido resistir.

    Un saludo

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  4. Tremendo! buenísima historia, es la segunda vez que aterrizo aquí =)

    Ángel Seisdedos

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  5. Muy interesante!

    Maialen Seisdedos

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  6. Sea cierta o no la historia es muy interesante.
    En cuanto a chistes, cantidad ... Me han llamado a medianoche y consultado dónde compro mis guantes. También me han preguntado si el sexto es pulgar o meñique. Etc.
    Lo incuestionable es que el apellido es curioso y gracioso pero para nada raro.
    De hecho, se ha formado un grupo aquí en Argentina y cada tanto aparece un nuevo integrante a registrar.

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